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El noviazgo no es para siempre, el resto de tu vida sí. PARTE I

 

8 puntos clave para rompimientos menos dolorosos

Un paciente me explicaba, con lágrimas en los ojos, todas las razones por las cuales no se debió haber casado hacía tres años. Lo que no sabía explicarme era porque no había terminado su relación antes de casarse. No pudo, no supo, no quiso…
Entendemos que terminar una relación es invariablemente difícil, implica el dar o recibir malas noticias que exponen nuestra vulnerabilidad más profunda -el temor a no encontrar a nadie mejor, a nunca superar el dolor que me causa la ruptura, el haber dejado escapar “mi última o mejor opción” o peor aún el temor a ya no merecer ser amado. Todo esto es casi inevitable, sea que yo haya tenido la iniciativa de terminar o no, cuesta trabajo no tener al menos alguno de estos pensamientos. Más aún, cuando la relación ha sido duradera, todo mundo nos considera inseparables, ya todos “nos ven casados” o quizá incluso ya estamos comprometidos, entonces se vuelve mucho más difícil tomar la decisión. Posiblemente tenemos fecha para la boda, todos nuestros amigos y familiares están esperando “el gran día”, ya abrimos nuestra mesa de regalos y hasta tenemos todo listo donde vamos a vivir. No es fácil terminar una relación, sobre todo cuando se ha llegado tan lejos, pero no podemos avanzar hacia una decisión de vida así de grande sólo por no saber o no animarnos a decir las cosas. Hay demasiado en juego.

Estando de acuerdo con que el dolor y la tristeza son ineludibles, aún para quién goza de una autoestima sana, podemos buscar la forma de evitar daños innecesarios o excesivos. Me gustaría ofrecerles algunos puntos para llevar de mejor manera los rompimientos.

1. Si tú quieres terminar la relación, termina tú con la relación
Si lo que sientes por tu pareja ya no es lo mismo, si te has dado cuenta de querer cosas opuestas o si tu insatisfacción dentro de la pareja continúa creciendo, no provoques a tu pareja a terminar la relación. El sabotear la relación con conductas agresivas o simplemente portándome distante y cortante es una forma cobarde de transferir la responsabilidad a mi pareja además de generar un clima de gran confusión, desconfianza y de inseguridad para ambos.
El tomar la responsabilidad de terminar la relación implica también el hacerlo cara a cara. Hay quién cree que el hacerlo vía remota (SMS, e-mail, etc.) lo hace menos doloroso, pero al final, cuando no damos un mensaje de esta importancia cara a cara, lo único que estamos diciendo es “no eres lo suficientemente importante”.

2. Respetar es cuidar mi dignidad
Los rompimientos suelen ser un escenario propicio para explosivas confrontaciones. Es importante saber anticipar posibles reacciones agresivas y dominarme evitando a toda costa el levantar la voz, los insultos, las burlas o cualquier falta de respeto. Recordemos que tu dignidad en buena parte depende de tu capacidad de respetar a las demás personas. El hacer del rompimiento un acontecimiento violento o agresivo sólo contribuye a una experiencia más traumática y por lo tanto más difícil de superar.
El respetar a la persona incluye el encontrar el momento y lugar adecuado para hacerlo. Es importante buscar generar el momento -no esperar a que se de solo- en el que tengas tiempo y espacio suficiente para dar una noticia tan relevante. Hay que poner los medios para no hacer esto más doloroso e incómodo de lo que ya por naturaleza será.

3. Se honesto
Al decir “esto no es lo que estoy buscando” no implica necesariamente nada negativo sobre tu pareja, es simplemente honesto. Ahora bien, es importante el saber distinguir la franqueza de lo hiriente, en otras palabras, no es igual “ya no siento lo mismo por ti” a decir “eres aburrido(a) y me das flojera”. No dejamos de ser honestos cuando decimos la verdad buscando cuidar la integridad del otro.
El ser honestos también nos impide usar pretextos prefabricados como el “no eres tú, soy yo”, “creo que mereces alguien mejor” o “eres demasiado bueno(a) para mí”. Podemos creer que es una forma más benévola de terminar y evitar lastimar al otro, pero al final es sólo una necesidad egoísta de quedar bien y el temor a responsabilizarme por la ruptura. Estos clichés baratos sólo confunden a la persona y representan una falta de respeto.

4. Evita recurrir a historias de culpas
Cuando hacemos esto, normalmente hacemos un recuento paso a paso de lo sucedido y entramos en un laberinto sin salida de frases como “no sucedieron así las cosas”, “no es cierto, esa vez tú empezaste…” de forma que nunca habrá un acuerdo. Encima de todo esto, te expones a que tu pareja te “convenza” de no terminar y acabar de vuelta en una relación disfuncional que ya habías decidido terminar.

5. Si quieres terminar la relación, termínala
Es contraproducente cuando tratamos de suavizar las cosas con la posibilidad de seguir siendo amigos o de seguir viéndonos de forma amistosa. Quizás nos hace sentir maduros o muy modernos, pero normalmente implica una forma inadecuada de manejar la culpa para quien terminó la relación. Por otra parte, podemos estar generando expectativas de reconciliación en la otra persona -o en nosotros mismos- y aunque no fuera así, podríamos estar generando un obstáculo a la posibilidad, para ambos, de seguir adelante y por supuesto de tener una nueva relación.
Por otra parte, para quien es rechazado, lo más sano es aceptar cuanto antes que la relación ha llegado a un fin. El pedir que reconsidere en el futuro su decisión o el pedirle seguir siendo amigos puede alejarnos de esta aceptación de la realidad. Si lo que quiero es superar la ruptura, lo más recomendable es evitar el contacto con la persona, no llamarla o enviarle mensajes, deshacerme de sus cartas y por supuesto no tratar de seguir como amigos.

6. Reconoce y agradece los buenos momentos que tuvieron
Esto nos aleja de los absolutos y las generalizaciones que nos pueden llevar a un debate que nos traiga de vuelta a aquella relación disfuncional la cual ya habíamos decidido terminar. Por ejemplo, si decimos “todo ha sido una pesadilla”, fácilmente podemos recibir una respuesta en la que nos expliquen por qué todo no ha sido tan malo -lo cual invariablemente será verdad- y podemos llegar a dudar de nuestra decisión.
Una vez que hayamos expresado con claridad y firmeza nuestro deseo de terminar con la relación, es sano manifestar pesar por no haber llevado a cabo aquellos planes juntos, esto implica el reconocer el valor inherente de cada uno como personas sin lastimar ni etiquetar a nadie.

7. Tu ex no es lo mejor ni lo peor que te ha pasado
Ciertamente los argumentos que te llevan a tomar la decisión de terminar con tu noviazgo, tienen connotaciones negativas sobre la relación que acaba de terminar. Es posible que para convencerte y tomar la decisión, tuviste que elaborar una lista más o menos importante de elementos desagradables o inaceptables sobre la relación. Aún así, es importante no crear una imagen de villano sobre tu ex, hay que recordar que no nos corresponde juzgar a la persona -aún y cuando parece darnos motivos para pensar que es alguien “malo(a)”- ya que es una forma de ponernos sobre los demás y es ese el tipo de soberbia que puede dificultar mucho el camino para futuras relaciones. No sólo eso, sino que el guardar resentimiento, deseos o planes de venganza lejos de ayudarnos a superar la separación, me estancan y posponen una sana recuperación. La decisión de terminar la tomamos tras juzgar la relación, no a la persona.
Por otra parte, es frecuente que después de una relación importante, aún y cuando haya sido yo quien tomó la decisión de terminar, cabe la posibilidad de que haya idealizado a la persona y me quede pensando que dejé ir a mi “alma gemela”. Esto nos pone en riesgo de regresar a una relación de la cual ya había decidido salir además de complicar la posibilidad de futuras relaciones sanas ya que será muy probable que permanentemente compare la idealización de mi ex -no su imagen real- con el resto de mis parejas.

8. Afronta tu dolor
Después del fallecimiento de un ser querido, una de las experiencias emocionalmente más dolorosas es el terminar con una relación duradera. Es sano e incluso necesario vivir el duelo por la pérdida. Al enamorarnos nos hacemos vulnerables, por lo tanto el rompimiento de un noviazgo duradero es invariablemente doloroso. Entre más pronto aceptes y afrontes tu dolor, más pronto saldrás adelante.

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